Datos personales

Mi foto
Lic. CC Económicas y EE. por la USC, Post Grado Banca Comercial "Cum Laude" UB y Especialista en Dirección Financiera por la UOC.

Visitas recibidas

Buscar en este blog

jueves, 1 de septiembre de 2022

Antonio Prieto Odiaga, EAR-7

Antonio Prieto Odiaga, EAR-7



Antonio Prieto fue ingeniero industrial, hijo del político y abogado, Rafael Prieto Caulés (Mahón, 1834-Madrid, 1913) y Mardalena de Odiaga y de la Vega. 


Rafael Prieto se graduó en Administración Pública y Derecho Civil en la Universidad Central de Madrid. Trabajó como abogado en Madrid y fue secretario del Ateneo de Madrid. En 1865 volvió a Mahón, donde fue secretario de la Junta Revolucionaria local durante la revolución de 1868, y fue  elegido diputado por el Partido Progresista en las elecciones generales de 1869 y 1871. Militó en el republicanismo, y fue elegido teniente de alcalde  y concejal de Mahón, así como director general de Aduanas durante la Primera República. Fue elegido nuevamente diputado en las elecciones de 1872, 1886, 1893, 1898, 1899, 1901 y 1903 (en las filas de Unión Republicana). Donó su fondo bibliográfico al Ateneo de Mahón.




Antonio tuvo varias hermanas: Fanny Prieto Odiaga, casada con Luis Gámir Espina (Inspector Gral. del Cuerpo de Ingenieros de Minas); M.ª Cruz Prieto Odiaga, casada con Emilio de Palacios y Fau, Consejero de Estado, Embajador; y Magdalena Prieto Odiaga.


Era un hombre de carácter abierto y afable. Casado con Esperanza Abad Giménez, nacida el 18 de diciembre de 1890 en la casa señalada con el número 2 de la Plaza de la Constitución. Era hija única de Silvio Abad Menoyo y de Fermina Giménez Frutos, nieta por vía materna del primer notario de esta localidad, Manuel Giménez Martín y de Ángela López-Valdemoro, descendiente ésta de Fernando Valdemoro, Guarda Mayor de los Reales Bosques. Su educación trascurrió en Madrid, donde su padre ejercía de procurador, destacando pronto en francés y piano. Sería en el propio despacho de su padre donde conocería a su futuro esposo: Antonio Prieto y Odiaga. Desde el principio hubo una oposición familiar ante la pretensión de Antonio de casarse con Esperanza, pues era de sobra conocido su carácter aventurero. Pero Antonio Prieto, no cesó en su empeño, enamorado perdidamente de ella, y tras una serie de aventuras y lances, dignos de una novela romántica, en la que existe un intento de rapto y un suicidio frustrado, conseguió su propósito y se casaron en Madrid en 1911.


Esperanza Abad Giménez

Antonio llevaba a su joven esposa a las más importantes fiestas y cacerías que se daban en la época, recorriendo gran parte de Europa. Fue en la isla de Mallorca donde Antonio goza de la amistad del archiduque Luis Salvador, pues él desciende de una importante familia menorquina. En el barrio de Usera (Madrid) hay calles dedicadas a Antonio Prieto, a su suegro Silvio Abad y a la familia Odiaga.


Pronto Esperanza comprueba que su matrimonio no funciona. Trata de salvarlo y se refugia durante largos periodos en su finca La Bugeda, sita al sur de la provincia de Guadalajara, próxima a Zorita de los Canes. Allí se dedicará principalmente a la educación de los hijos de sus colonos, volcando en ellos su cariño en compensación de los hijos que ella no tiene.


La situación con su marido la hace desgraciada, y al fin decide ponerlo en conocimiento de sus padres, los cuales la acogerán de nuevo en su casa, y así pasa en un corto período de tiempo de colegiala a ama de casa y de nuevo a hija sumisa.


Entre las doce primeras licencias concedidas de quinta categoría (aficionado) en España estaba la de Antonio Prieto Odiaga, instalada en el hotel de la calle García de Paredes, 31 en Madrid, EAR-7, con una potencia máxima autorizada de 100 vatios.


Antes de obtener su autorización, concretamente desde el 19 de noviembre de 1924, emitía de forma regular música de discos, actuaciones en directo y charlas entre las cero y las 2 de la madruga, anunciando también su programación.


Otras experiencias parecidas a las de Prieto son las llevadas a cabo por Miguel Moya, quien pronto iba a ser el primer titular de licencia de radioemisión de aficionado en España con indicativo EAR-1. El 3 de mayo de 1924 Moya enviaba un saludo, en nombre de El Sol, a los aficionados que le escucharon cuando transmitía desde la estación de un amigo suyo que había construido su emisora siguiendo "punto por punto las indicaciones valiosísimas y el admirable esquema" de Rafael Pacios Vera, Vocal del Radio Club de España, que emitió, por aquel entonces, broadcasting, identificándose como 9-R.C..


Miguel Moya delante de su emisora 1RA

Pacios se trasladó definitivamente a Valencia poco después, donde obtuvo el indicativo de radioescucha de ondas cortas, E-024, en noviembre de 1926, y muchos años después, el de escucha, EA5-277.U. Más tarde, en 1971, obtuvo también el de transmisión, EA5LB.



Rafael Pacios (1971)

Esta vocación radiodifusora de Prieto fue objeto de un artículo publicado en la revista T.S.H. del 8 de marzo de 1925 escrito por Arturo Pérez Camarero (Micrófono). El texto íntegro del mismo es el siguiente:


«"Aló, aló. Aquí la estación del radiopita Antonio Prieto; García de Paredes. 31. Madrid."


¿Quién no ha oído, sinhilistas, en el silencio de la noche, esta humorística llamada precedida de un insistente silbido y de un interminable disco de la Marcha Real?


El día 19 de noviembre del pasado año, después del concierto de la Radio Ibérica, los radioescuchas rezagados y los que escudriñaban el espacio en busca de ondas americanas viéronse sorprendidos con el extraño indicativo que en lo sucesivo había de solicitar diariamente su atención.


¿A qué empresa y qué técnico se debía la construcción de la nueva emisora? A la voluntad y al esfuerzo de un aficionado únicamente.


Las emisiones fueron perfeccionándose y pronto se caracterizaron por el fino y culto humorismo de su "speaker", conferenciante, concertista y operador, que todas estas funciones asuma su propietario y constructor señor Prieto.


Maravillados por las pintorescas emisiones en que el radiodifusor aficionado había demostrado ser capaz de montar una excelente transmisora, de radiar con relativa perfección y lanzar interesantes programas de divulgación científica y amenos conciertos con la cooperación del maestro Rollo (papel perforado que, a modo de soporte codificado, generaba automáticamente la música del teclado al rodar mediante el pedaleo en la pianola), el profesor Disco (que sonaba bajo la aguja del gramófono), su guitarra portuguesa y la gata emisora, sentimos el deseo de curiosear el sugestivo radiomanicomio de la calle de García de Paredes para revelar a los lectores sus secretos.


En nuestra visita nos acompañó el querido camarada "Alfonsito" (fotógrafo madrileño) y él puede atestiguar de que fuera inútil que intentásemos describir la estación. Montones, así montones, montones de aparatos y accesorios sobre el suelo, sobre las sillas, las mesas y los aparadores de un suntuoso comedor antiguo; y cables, cables por todas partes, a todas las alturas y en todas direcciones. Y en una pieza inmediata la pianola, el gramófono, los instrumentos de la "orquesta" y un micrófono pendiente del techo.


Informadores profanos nos fue más fácil describiros las instalaciones maravillosas del "Electra", el navío Marconi, que el maremagnum del radiochiflado Prieto.


Pesa sobre nuestra conciencia un gran remordimiento: el de haber sido los culpables del cataclismo del hotel número 31 de la calle de García de Paredes.


Antonio Prieto, hombre estudioso, culto, emprendedor y jovial dirigía en su finca "La Bujeda" de Almonacid de Zorita, de la provincia de Guadalajara, los trabajos agrícolas y los cuidados pecuarios allá por el mes de abril del pasado año, cuando tuvo la desgracia de que su mayordomo se suscribiese a "La Libertad" y de que cayese en sus manos el número del día 24, en el que publicamos en la sección "Radiotelefonía" un artículo titulado "Las utilidades de la Radio", en el que especialmente abordábamos el tema de su aplicación a la agricultura.


Desde entonces Prieto pudo considerarse perdido irremisiblemente. Concibió el proyecto de comunicarse desde Madrid con sus colonos por Radio y aleccionar inalámbricamente a los campesinos.


Regresó a la corte; escuchó en casa de un amigo; se compró su galenita; refrescó sus conocimientos de electricidad, adquiridos en la Escuela de Ingenieros Industriales; se hizo lampista (se conocía así a quien utilizaba un receptor de "lámparas" en contraposición a los galenistas, que manejaban aparatos construidos con galena, más económicos); construyo circuitos, fundió lámparas; compró libros, hojeó revistas, y ya en el último grado de la manía soñó ser radiodifusor.


Para ello pensó comprar una transmisora, mas los presupuestos que varias casas le hicieron eran superiores al suyo. Lejos de renunciar a su proyecto, Antonio Prieto abordó la para él desconocida empresa de construirse su estación. Las casas constructoras negáronse a venderle los elementos necesarios y puede afirmarse que desde el día 5 de julio, en que serró las tablas para el mueble, hasta el 19 de noviembre en que hizo pitar a su estación, Prieto se ha construido todos los elementos, a excepción de las lámparas y los micrófonos. Lo asombroso es el procedimiento seguido y los materiales empleados.


La generatriz que hoy produce más de mil voltios con una décima de amper para la corriente de placa y seis voltios y seis amperes para la de filamento, fue en principio un motor estropeado que compró en el Rastro, donde figuraba como resto de un aeroplano deshecho durante el desastre de Annual.


El filtro está construido con bobinas de arcos voltaicos, rotas también, procedentes del Rastro.
Para conseguir los dos condensadores fijos del filtro tuvo que construir cuarenta y tres, empleando en ello todos los útiles imaginables. Hasta llegar a precisar las décimas y la clase de hilo de los fusibles para en caso de avería. Su estudio fue, como él dice graciosamente, una gran fundición de lámparas.


Los condensadores fijos y variables que hoy emplea son los números finales de largas series, con inagotable paciencia construidos y ensayados.


Ya con todos los elementos, el admirable aficionado montó una estación y luego otra y otra ¡hasta seis!, pues los esquemas de los libros y revistas no le daban el rendimiento apetecido, hasta que, tomando de cada uno lo mejor, ideó el de su actual emisora.


Por fin, como hemos anticipado, el 19 de noviembre el lector a quien contagiamos dijo, emocionado: "Aló, aló. Aquí la estación del radiopita Antonio Prieto." Y su voz fue oída en todo Madrid, y días más tarde hasta en Santiago de Galicia.


Fue entonces cuando el agricultor tornó a su finca, instaló una potente receptora, con la cual sus colonos reciben diariamente sus enseñanzas y sus órdenes.


La obra estaba hecha, mas el microbio de la radiomanía sigue su invasión progresista y Antonio Prieto, estimulado por los amigos radioescuchas, lanza conciertos diarios y solicitado por varias empresas está a punto de consagrarse a la construcción de estaciones radiodifusoras.


Esta es la historia ejemplar de un aficionado que, con sólo su voluntad, su estudio y su esfuerzo, es hoy una de las primeras figuras de nuestro sinhilismo.


Al hablar por el micrófono de esta rudimentaria estación, sentimos renovarse la emoción que experimentamos al hablar por primera vez en el destartalado estudio de los hermanos La Riva (fundadores de Radio Ibérica). Porque para nosotros, y para vosotros, aficionados, estas transmisoras han de tener siempre mayor valor ideal y emocional que las superestaciones que puedan, en lo sucesivo, instalarse para fortuna nuestra en España. Entre las figuras emisoras de las grandes empresas y estas modestas de los querulleros de la Radio habrá la misma diferencia que existe entre los grandes trasatlánticos de turismo y las frágiles naves de los aventureros.


Cuando la cosecha dé óptimos frutos y sea recogida por los capitalistas, técnicos e industriales que a ello se aprestan legítimamente, el agricultor Antonio Prieto ostentará orgulloso su título de sembrador de radiotelefonía.


MICRÓFONO»


En el número 12 de Radio Sport, correspondiente a diciembre de 1924 se comenta en la sección de Noticias bajo el título de «Otra emisora», «Hemos escuchado las emisiones de la estación de D. Antonio Prieto, García de Paredes, 31, al que felicitamos por la potencia y modulación de la emisora que ha instalado». 


El éxito de las emisiones que Prieto venía haciendo en el verano de 1925 hizo que nuevamente la revista Radio Sport le volviese a mencionar entre sus páginas:


«Continúan las emisiones del celebrado radiopita Sr. Prieto, los martes y viernes, de doce a dos, en ondas de 85 m largos.


Los programas están a cargo de los maestros don Rollo y don Disco, y los curso de esperanto, conferencias, etcétera, hacen los programas interesantes y amenos. Es la estación de aficionados que se oye con mayor potencia, recibiéndose perfectamente en varios puntos de España».


En 1930 se asocia a Red Española con el número de socio 136.


En 1932 Prieto se muda a la calle Santa Engracia, 136, también en Madrid y fallece ese mismo año. La noticia fue recogida en el boletín de la URE nº 1 enero de 1933 pág. XII insertado en la revista Radio Sport nº 93.


No hay comentarios:

Publicar un comentario